viernes, 30 de abril de 2010

Acerca de las "bromas solidarias"

Paulo Freire, en referencia a la acción de escuchar y a las relaciones pedagógicas, expresaba una serie de ideas que me interesa traer a colación para reflexionar sobre otra cuestión. Me refiero al cada vez más distorsionado, manoseado y corrompido concepto de solidaridad.

Decía Freire: "Aprender a escuchar (o a ayudar, agrego yo), implica no minimizar al otro, no ridiculizarlo. ¿Cómo puede un profesor (o un comunicador, o un productor televisivo o un payaso con pretensiones de actor) tener buena comunicación con un alumno (o persona en general) al cual previamente desvalorizó o ironizó? ¿Cómo puede un profesor machista escuchar a una mujer, o un profesor racista a un negro? (...) Si usted es machista, asúmase como machista pero no se presente como demócrata, usted no tiene nada que ver con la democracia. Si en cambio usted insiste con los sueños democráticos (y solidarios), entonces va a tener que pensar en ir superando su machismo, su clasismo, su racismo"

(La cita es del libro "El Grito Manso", editado por siglo XXI en 2004 )

Al leerlo, parece más claro que el agua. Sin embargo, nuestra nunca bien ponderada caja boba sigue sorprendiéndonos. Como filántropos posmodernos, Tinelli y su corte de aduladores concibieron un nuevo oximorón: las bromas solidarias. La broma, (aunque sería más apropiado hablar de burla) implica una situación de ventaja. Quien se burla está en una posición más favorable que quien es burlado: sea porque conoce algo que el otro no, o porque se reconoce superior o porque existen otros que advierten una disparidad. Para que la broma-burla sea efectiva, se requiere una relación asimétrica, vertical. Los de arriba se ríen de los de abajo, aunque los eufemismos digan que ríen con ellos.

La solidaridad, por el contrario, implica horizontalidad, trabajar juntos en pos de lograr un objetivo, construir relaciones fuertes y cambios que perduren en el tiempo. Esto implica que la dádiva mediática jamás podría considerarse como solidaria. El hecho de que una población no cuente con los elementos mínimos para garantizar la satisfacción de sus necesidades no puede revertirse por el pase de magia de un Matías Alé disfrazado. En este punto, no existe el arriba-abajo que la mirada etnocéntrica y clasista de Tinelli y su gente determina. No hay un "ellos" y un "nosotros", porque tanto los unos como los otros son ciudadanos con exactamente los mismos derechos, aún cuando la democracia formal beneficie sólo a algunos. Se requiere un ejercicio pleno de la ciudadanía, donde la ayuda suponga la recuperación de los derechos que han sido vulnerados, y no la ridiculización y desvalorización del otro.

Así lo entendieron por estos días en Apipé. La población no aceptó pagar el precio impuesto para el ejercicio de un derecho que les es propio. Se negaron a formar parte del circo, aunque implicara rechazar el pan. La humillación es demasiado cara para contrarrestarla con limosna. Y, esta vez, el papelón lo sufrió el más vivo de la cuadra, el gran bromista nacional.

Para quienes desconozcan de lo que hablo, les paso un par de vínculos de algunos de los pocos medios que cubrieron la noticia:

http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-144753-2010-04-28.html
http://criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=41284&pagina=6
http://www.youtube.com/watch?v=GOv2ksk6fgY

Lo bueno si es breve... (o "¿Alguien me confirma si realmente existió esto?")

Una vez me contaron que, hace ya varios años, la célebre Revista Humor había organizado un certamen de cuento corto (o relato breve, para el caso es igual). El premio ofrecido era una suma correspondiente a la moneda legal vigente (aunque no descarto que estuviera expresado en moneda extranjera). Para hacerlo sencillo, supongamos que eran 1000 pesos, aunque bien podrían ser australes, y, en tal caso, mil o un millón son dos valores perfectamente posibles si desconocemos la fecha exacta.

Nos quedamos con los 1000 pesos, entonces. Prosigo. Se supone que en la elección, si bien se tendría en cuenta la originalidad, calidad y sentido del microrrelato, lo que definía al ganador era la cantidad de palabras usadas.

Cuenta la anécdota que me refirieron (y que nunca pude corroborar en ningún sitio), que el relato ganador fue el siguiente:

- Título: "Cómo me gané mil pesos"
- Cuerpo del relato: "Así"

Si realmente existió, es una joya de la literatura que nada tiene que envidiarle a Augusto Monterroso.

Esperando que alguien pueda confirmar la veracidad de la anécdota, o simplemente tenga otros cuentos minúsculos para compartir, inciamos la sección "Cortitos y al pie" (La etiqueta es mala, pero he visto cosas peores en la web. La referencia "breves microrrelatos" es más frecuente de lo que hubiese imaginado)

De cómo Huxley la pegó más que Orwell

En el curso de la próxima generación, creo que los amos del mundo descubrirán que el condicionamiento infantil y la narcohipnosis son más eficaces como instrumentos de gobierno que los garrotes y los calabozos, y que la avidez de poder puede satisfacerse tan cabalmente si mediante sugestión se hace que la gente ame su servidumbre como si a latigazos y puntapiés se le impone la obediencia. En otras palabras, en mi opinión la pesadilla de ‘1984’ está destinada a modularse, llegando a ser así la pesadilla de un mundo que se asemejará más al que imaginé en ‘Brave New World’. El cambio se producirá como resultado de una sentida necesidad de mayor eficacia. Por supuesto, en el ínterin puede desarrollarse una guerra biológica y atómica en gran escala; en cuyo caso tendremos que soportar pesadillas de otro género, apenas imaginables.

Extraído del prologo del libro ‘Un Mundo Feliz’ por Aldous Huxley

jueves, 29 de abril de 2010

Rodolfo Walsh

Entre los partes de Cadena Informativa de 1976, atribuidos a Rodolfo Walsh, figura esta cita:

"Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El Terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad"

en Rodolfo Walsh, El violento oficio de escribir. Obra periodística 1953-1977. Buenos Aires, Planeta, 1995

Elegí estas palabras, aunque ya sean conocidas por muchos, para habilitar un espacio de difusión.

El mismo está abierto para lo que quieran compartir


Cultura para todos

Literatura, artes plásticas, conciertos, danza, dactilografía.
Para el enriquecimiento espiritual de toda la familia.


Mediante la presentación de esta etiqueta, se da por inaugurado formalmente el ciclo de difusión cultural de "No soy yo soy mi hermana".

(Comentario al pasar: entre el nick y la cita inicial, ya casi tenemos un blog homenaje a Rabinovich y sus secuaces)

Nunca aprendí a escribir

Nunca aprendí a escribir. De hecho, esta afirmación resulta innecesaria si se considera el texto que sigue. Aún así, lo explicito. No heredé la pasión por la pluma, como así tampoco por el pincel, la filosofía o la bandera multicolor. En ocasiones, me pregunto si soy hija de mis padres, aunque demasiado a menudo reconozco en mí algunos de sus defectos, que se suman a los propios.

Nunca aprendí a escribir, decía, por lo que desistí de intentarlo. Me consuela saber que tengo amigos que lo hacen mucho mejor. Supongo que, en parte, a ellos les cedo este espacio, confiando en que pueda servirles de excusa para regalarnos sus palabras.

Nunca aprendí a escribir, repito. Tampoco a tocar la guitarra, ni a jugar al truco ni al ajedrez: ejemplos de una clara dificultad para conciliar la teoría y la práctica. En otros ámbitos esto complica un tanto las cosas, aunque siempre se intente preservar la coherencia. Aún así, me siento presa de una lógica que no siempre resulta comprensible. A saber:

- Detesto el individualismo y la apatía política. Sin embargo, no encuentro bandera que represente lo suficiente como para encolumnarme tras ella.

- Soy profundamente racional y, al mismo tiempo, cristiana. Convivo entre ateos y creyentes, sin que los primeros entiendan mi fe ni los segundos perdonen mis frecuentes herejías.

- La docencia y yo mantenemos una relación extraña, de fuerte atracción y vivo rechazo. Pese a (o, precisamente, a causa de) ello, todavía no logro encontrar el espacio para ejercerla.

- Disfruto de la mayoría de las manifestaciones artísticas, pero mi producción es nula. A las ya mencionadas deficiencias literarias y plásticas, podemos incorporar un pésimo oído musical. Mi torpeza general se evidencia aún más con el baile, y canto peor. De todo conozco poco, y aún así hablo, opino y hasta inauguro un blog.

Intuyo que este lugar cargará, de manera casi inevitable, con esta coherencia incoherente, con esta lógica ilógica y con el absurdo mismo de su nombre. No puedo impedir que sea caprichoso, caótico y divergente. Tampoco espero que sea útil ni entretenido. Lo presiento como un sitio de encuentro, donde el mismo desorden nos permita decir lo que pensamos, compartir lo que nos plazca o llevarnos lo que nos guste.

No esperen invitaciones, ya es sabido que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo del dentífrico.

(No podía elegir cita más trillada, pero era la única que encajaba para dar un cierre al divague. Como ya lo dije: nunca aprendí a escribir, pero no piensen que pido disculpas por eso).